Emociones on-line

Tema: 

-- Hablar de sentimientos electrónicos fuera del contexto de la ciencia ficción o los debates sobre la inteligencia artificial hubiera parecido ilógico hace unos años, pero ahora creo que es un concepto fácil de explicar a pesar de la aparente contradición práctica.

Las conmemoraciones del 11 de Septiembre en la red subrayan ese aspecto inherente a este nuevo medio de comunicación: la posibilidad de covertir en algo casi personal la relación con una máquina, por muy inteligente que ésta sea.

Este 11 de septiembre de 2002, muchas esquinas del mundo virtual se llenaron de mensajes, flores, cintas de luto e imágenes de velas encendidas. En muchos sitios comerciales, la publicidad le cedió sus prominentes espacios a las expresiones de homenaje.

Algunas de estas páginas incluso ofrecieron foros públicos para que los cibernautas dieran rienda suelta a sus sentimientos. Y así se hizo: en eBay, por ejemplo, había más de 400 participaciones antes de las 9 de la mañana, según informa IDG.

Este es a mi juicio la palabra más poderosa, la que ahora puede poner a la vista de mucha gente no sólo el que quiere enviar un mensaje de solidaridad a las víctimas o los familiares, sino también quien está preocupado por la guerra, o quien siente que los medios tradicionales no están reflejando adecuadamente sus puntos de vista, por ejemplo aclarando que no todos los árabes son terroristas.

Como ha cambiado el mundo físico tras los acontecimientos del último año, también ha cambiado el espacio virtual en Internet.

La gente revisa constantemente los sitios noticiosos en busca de alertas e información, las empresas y las organizaciones buscan blindar sus sistemas informáticos, circulan incontables rumores, algunos benignos, otros no, y se teme que los terroristas son avezados en el manejo de estas herramientas.

Al mismo tiempo, los que quieren ayudar tienen otras vías que no son las tradicionales.

Una anécdota: durante la cobertura de la tragedia en Nueva York, se me acercó una señora y me dio su dirección personal de correo electrónico para que la ofreciéramos en televisión.

En ese momento muchas personas portaban fotos de sus familiares con la esperanza de que hubieran sobrevivido y que alguien los reconociera en alguno de los hospitales.

Esta era una tarea imposible para quienes no estaban en Nueva York y la señora proponía que le enviaran los datos generales para ella ir en persona a buscarlos en las listas de los hospitales o en la de las morgues.

Se trataba de una tarea ambiciosa y quizas hasta poco realista, pero como en cualquier comunidad, cada uno aporta lo que puede.

Ojalá que haya podido ayudar a alguna familia, aunque sólo fuera ofreciéndoles una palabra de consuelo, aunque, quien sabe, en la confluencia entre el mundo real y el virtual ocurren las conexiones más insospechadas.